Nos pegamos una ducha y bajamos a desayunar, después de preparar el equipaje pagamos en recepción y nos dirigimos al parking a recoger las motos. Llenamos los tanques de gasolina y nos adentramos en el recinto de donde saldrá el ferry, nos dan el billete que hace, también, de llave del camarote, varias filas de coches esperando para entrar al ferry y delante de todos, sitio para las motos, ellas pasarán primero (o sea, nosotros...) De momento pocas maquinas de dos ruedas y ninguna española, dejamos todo tal cual y nos vamos a tomar un café, aún quedan un par de horas para embarcar.
Sobre las 2 de la tarde nos van mandando entrar, nos metemos por la proa de un ferry de 8 pisos, de ellos, tres son bodegas. Un tipo nos dice donde poner la moto, a ambos lados y de delante a atrás sendos cables de acero recorren la bodega para, con una slinga y un cojín, amarrar la moto para evitar imprevistos, mientras desatamos el equipaje nos van atando las motos a los cables de acero, hay que llevarse todo para el camarote pues no dejan bajar en el transcurso del viaje.
Después de preguntar subimos en un ascensor a nuestro camarote, estamos en la octava planta, a proa, una estancia de 6 metros cuadrados forman el habitáculo, una cama, una litera escondida en el techo que no encontramos a la primera y un pequeño cuarto de baño, dejamos todo el equipaje y nos vamos a ver el ferry, falta poco para la salida y merece la pena verla desde popa.
Según avanzamos vamos indagando por el ferry, la verdad es que hay de todo: información y cines en la sexta planta, un restaurante, un self-service, un piano bar... flipo!!, en la séptima, en la octava y comunicado mediante unas escaleras con la novena la discoteca, actuaciones por la noche y una barra donde poder pedirse pintas a discreción. Un poco más atrás una piscina de unos 10 metros cuadrados...
Llegamos a popa y vamos viendo la salida, Santander cada vez más lejos, ahí vamos England, nos bajamos a comer al self-service, después, nos volvemos a popa a descansar, el ferry se mueve de cojones, creo que me estoy mareando... vaya gaita, nos vamos a descansar a la habitación, en ella me mareo de la ostia y acabo abrazado al puto inodoro, joder que mareo... me tumbo en la cama y parece que estoy mejor... nada, que no me meneo de aquí hasta que lleguemos a tierra. Por su parte, Jose, mientras tanto se toma unas pintas en el bar y conoce a unos Asturianos que también se van al Ace Café en moto.
Yo me quedo en la litera hasta que toquemos tierra.
Yo me quedo en la litera hasta que toquemos tierra.
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